Miguel Zúñiga

Tradición y modernidad

Proyectos de vivienda en la Barcelona de los cincuenta: Antoni de Moragas y Francesc Mitjans.

Miguel Zúñiga
05 – marzo – 2023

Comparar es una manera de aprender. El contraste es un camino para distinguir las diferencias y semejanzas entre aquello que observamos. Establecer relaciones evidencia sus cualidades, características y matices. El diálogo que surge entre las cosas que comparamos se convierte en una herramienta para conocerlas con mayor profundidad. Comparar permite interpretar, dilucidar y descomponer las partes de un todo.

Cuando se compara edificios, por ejemplo, su análisis resulta más sencillo. Ponerlos en relación facilita distinguir sus principales cualidades y características, y además, su intención, funcionalidad y el razonamiento de su arquitectura. En ocasiones, la comparación puede partir de su semejanza, en otros casos, de su diferencia. 

La comparación entre estos dos edificios de viviendas parte de su similitud en tiempo, lugar y dimensiones. Ambos proyectos fueron realizados en Barcelona a principios de la década de los cincuenta y abarcan prácticamente la misma superficie edificada. Su analogía permite reconocer a detalle su proyecto arquitectónico, pero también, vislumbrar el sentido y discurso detrás de su arquitectura.

Antoni de Moragas proyectó los edificios Gomis en 1953. Dos casas de ladrillo escalonadas con la pendiente, de un lenguaje y concepto tradicional, es decir, con la mirada fantástica del niño que dibuja su casa en el cuaderno: una fachada franca y simétrica de ladrillo, con ventanas rectangulares, cubierta a dos aguas y una puerta al centro. El proyecto atendía a un programa de “viviendas económicas”, amortizables a veinticinco años, que funcionarían en régimen comunitario. El edificio que es objeto de estudio en esta comparación, con fachada a la avenida Vallcarca, consta de dos tiendas, veintitrés viviendas (cuatro con local comercial en planta baja) de hasta noventa metros cuadrados, con tres o cuatro habitaciones. Tres viviendas cada medio nivel o lo que podría corresponder a seis viviendas por planta. El escalonamiento provocado por la pendiente permitió al arquitecto proponer medio nivel de diferencia entre los apartamentos del lado norte con relación a los del lado sur; gesto que pasa desapercibido a primera vista pero que puede descubrirse desde el exterior en la disposición de sus ventanas oriente-poniente, o bien, en su cubierta escalonada dividida por el eje central.

Por otro lado, Francesc Mitjans recibió el encargo para el edificio Tokio en 1953, aunque se construyó hasta un par de años más tarde. Victoria de los Ángeles, una distinguida soprano, le hizo un encargo para hacer una casa en la parte alta de la avenida Pedralbes. Su propuesta fue hacer un edificio de casas1, es decir, hacer su casa en la última planta del edificio, mientras que las cuatro plantas intermedias estarían destinadas para viviendas, con dos casas por planta, de trescientos metros cuadrados cada una. El resultado fue un edificio aislado, erguido sobre columnas con su planta baja libre y transparente, sin patios interiores pero con terrazas amplias que se convierten en una extensión exterior de las viviendas. El ático corresponde en su totalidad a la vivienda de la artista, además de la terraza-jardín que la complementa. El edificio incorpora con lucidez los puntos propuestos por Le Corbusier y la arquitectura moderna, además, se convirtió en un formidable representante de dicha arquitectura en la ciudad.

Ambos edificios comprenden un área edificada de seiscientos metros cuadrados y los proyectos se realizaron prácticamente en el mismo momento. A la diferencia entre los programas a satisfacer y las zonas de emplazamiento se suma una diversidad en las estrategias proyectuales: tradición–modernidad, basamento–soterramiento, composición estereotómica–tectónica, patios–balcones, un eje–dos ejes de simetría, planta baja comercial–vestíbulo de ingreso, cubierta inclinada–terraza jardín, ventanas–ventanales, ladrillo–concreto…,

Por un lado, el edificio de la avenida Vallcarca representa la tradición. Una arquitectura sencilla, sobria, que soluciona con destreza las necesidades de su programa y entiende el objetivo principal: hacer un proyecto habitacional de calidad a bajo costo. Por otro lado, el edificio de los jardines de Tokio representa la modernidad. Una arquitectura más enfocada al lujo, la novedad y la comodidad pero de igual manera sacando provecho de su programa y contexto. Más allá de las tendencias tradicionales o modernas que puede distinguir la trayectoria de cada uno de los arquitectos, o a cada uno de los proyectos, se puede aprender varias cosas de esta comparación:

No hace falta disponer de muchos recursos para hacer buena arquitectura. La buena arquitectura responde a cuestiones y problemáticas mucho más allá del objeto construido: su historia, lugar o programa. La buena arquitectura es capaz de aprovechar su contexto para dotar a sus habitantes de libertades y posibilidades. No existe una cosa tal como LA buena arquitectura. Existen muchas, diversas, sencillas o complejas, pero siempre atendiendo a las necesidades de sus habitantes, transformando los encargos en sueños, resolviendo problemas y necesidades, utilizando el contexto y sus condicionantes como herramientas de transformación y posibilidad para su arquitectura y su entorno. No hay una manera única y correcta de resolver los problemas y necesidades humanas. La creatividad, preparación y sensibilidad son cualidades indispensables, principalmente en quien se encarga de proyectar pero también fundamentales en quien realiza el encargo.

1 Mitjans insistía en hablar siempre de casas y no de viviendas, pisos o unidades habitacionales. Esto para no olvidar que se trata del hogar y espacio de vida de personas específicas, con sueños y realidades personalísimas. Es, de algún modo, su manifestación de resistencia a través del lenguaje en contra de la despersonalización de la arquitectura.

Este texto, así como todos los que aparezcan en un futuro con la comparación como método de aproximación y aprendizaje, estarán influenciados por la brillante propuesta de Magda Mària y Silvia Musquera en su curso de Arquitectura Comparada en la ETSAB.

Este trabajo de análisis fue presentado en la asignatura Arquitectura, ciudad y proyecto (Otoño 2021), impartida por Xavier Monteys  en la ETSAB.