La experimentación de la arquitectura propia
Miguel Zúñiga
11 – diciembre – 2022
El arquitecto, a diferencia de algunas otras profesiones como el cirujano o el dentista −por poner algún ejemplo−, tiene la posibilidad de trabajar para sí mismo, es decir, proyectar su propio espacio. Berthold Lubetkin (1901-1990) y Antonio Bonet Castellana (1913-1989) comparten, por coincidencia, la posibilidad de vivir en el ático de los edificios que proyectaron a finales de los años treinta en Londres y Buenos Aires, respectivamente. Forman parte, además, de la lista de arquitectos como Gunnar Asplund, Luis Barragán, Le Corbusier, John Soane, Ralph Erskine, Rogelio Salmona, entre muchos otros, que han tenido la fortuna de habitar su propia arquitectura y, por lo tanto, de experimentarla, tanto en su acepción de experiencia como en la de experimento.
El Ático en Highpoint II (1937-1939) de Lubetkin y la Casa estudio para artistas (1938) de Bonet1 son obras contemporáneas, desarrolladas por arquitectos de distintas nacionalidades y en latitudes opuestas. La comparación surge a partir de las siguientes imágenes, donde se pueden observar correspondencias visuales y formales en elementos arquitectónicos como la columna cilíndrica, la baldosa cuadrada y la cubierta abovedada. Sin embargo, existen otros puntos de convergencia. Uno importante es, desde mi perspectiva, el manifiesto que cada arquitecto escribió en la misma época en que desarrollaron dichas obras.
Por un lado, Lubetkin redactó su manifiesto de Whipsnade (1937) como resultado de sus reflexiones a propósito de la construcción del Bungalow de Hillfield, donde vivió mientras realizó sus trabajos en el zoológico de Londres. El pequeño texto, escrito en negativo y sin gran formalidad, busca destacar las cualidades de la arquitectura moderna y luchar contra sus principales prejuicios:
“No es una casa moderna, un refugio, que, según los maestros, debería ser impersonal, inconsciente e insignificante en su higiénico anonimato”.2
En las fotografías del ático que realizó John Maltby en 1939, cuando Lubetkin aún vivía ahí, se puede distinguir algunos elementos como los grabados de Pollock, el gabinete de curiosidades empotrado en la pared, el mueble con repisas que almacena y además divide el espacio, la pared revestida con madera sin cepillar, la puerta tapizada con imágenes ampliadas de vida marina en blanco y negro, las sillas de fierro fundido o los sillones autoconstruidos con troncos de madera y piel de vacuno. Como si a través de estos elementos hiciera tangible su propio manifiesto, en un tipo de arquitectura −moderna− que convive despreocupadamente con la vida humana y pone en evidencia la transformación personalísima de su propio espacio.
Bonet, por su parte, escribe su manifiesto Voluntad y acción (1939) poco después de terminar la Casa estudio para artistas, su primera obra construida y probablemente el primer edificio en Argentina vinculado a las ideas propuestas por Le Corbusier. En el texto que redactó junto a Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan, habla de la imperante necesidad de humanizar la arquitectura moderna:
“La arquitectura funcional con todos sus prejuicios estáticos e intransigencia pueril llegó −por incomprensión del espíritu de la frase “machine à habiter” y por el desconocimiento consciente de la psicología individual− a soluciones intelectuales y deshumanizadas”.3
Estos ideales están plasmados en su obra, incluido el pequeño ático donde vivió hasta 1941 y que dotó de elementos tan propios como la silla de hierro forjado −otro punto de convergencia entre ambos proyectos inspirados, probablemente, en el apartamento Beistegui de Le Corbusier−, la silla BKF −diseñada por los autores del manifiesto para ese mismo edificio−, las mesas de trabajo, los caballetes, bancos, lámparas, y mapas, además de una brillante solución de la carpintería en su encuentro con la cubierta. En resumen, un proyecto arquitectónico que involucró el diseño desde la escala más pequeña hasta su encuentro con la ciudad.
Así, Lubetkin y Bonet no solo construyen su propio espacio vital y su propio mobiliario, además, señalan anticipadamente las deficiencias de una forma de entender y hacer la arquitectura, una incomprensión de la modernidad que se traduce en soluciones impersonales y deshumanizadas que aún hoy siguen teniendo repercusiones tangibles.
La experimentación, en ambos casos, se convirtió en manifiestos. Uno a priori, otro a posteriori, respecto a las obras comparadas, pero siempre tras una reflexión del modo de hacer arquitectura y la manera de habitarla. Y ahora, más allá de los efectos de dichos manifiestos en la arquitectura moderna, la discusión sigue siendo la misma: ¿cómo humanizar la arquitectura? Es decir, cómo dotarla de esa posibilidad de cambio y transformación, cómo permitir que quien la habite sea quien termine por configurarla y cómo hacer que el tiempo se manifieste en ella como un valor, más allá del deterioro, la pérdida de utilidad y la decadencia.
Ambos arquitectos decidieron trabajar por algo que aún hoy la profesión y los arquitectos no hemos terminado de entender: la importancia de la arquitectura y su relación con la vida. Es necesario, tal vez, comprenderla como un proceso, siempre inacabado y en constante transformación, donde el elemento más importante es la vital interacción con sus habitantes, en su posibilidad de ser y transformarse junto con la vida de las personas.
La arquitectura nunca termina de construirse. Con el paso del tiempo, quienes la habitan continúan transformando sus espacios conforme a sus necesidades. Es el paso del tiempo y la experimentación lo que determina su configuración, nunca definitiva, siempre contingente. Es ahí donde radica la esencia de la arquitectura, en su encuentro con la vida.
1 El proyecto es de Antonio Bonet Castellana, Ricardo Vera Barros y Abel López Chas.
2 Berthold Lubetkin, “Manifiesto de Whipsnade” en Aprendiendo de todas sus casas. Sant Cugat del Vallés: ETSAV. 1996, pág. 46.
3 Antonio Bonet, Jorge Ferrari, Juan Kurchan, “Voluntad y acción” en Nuestra Arquitectura no. 125, Buenos Aires, Argentina, 1939.
Brenchat-Aguilar, Albert, A Burst of Architectural Plots: The Diverging Lives of Whipsnade Zoo Estate Bungalows (1399-2020), Architecture and Culture, Londres, 2022, 10:2, pp. 338-368.
Hernández Soriano, Ricardo, “Antonio Bonet y el Grupo Austral, el valor de un manifiesto” en Ciudad, Arquitectura y Patrimonio, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2006, pp. 289-296.
Este texto fue desarrollado parcialmente dentro del curso Arquitectura comparada (2022) en la ETSAB y fue ampliado posteriormente para la publicación en este medio. La elección de las imágenes y la dirección del curso fue de Magda Mària y Silvia Musquera.
Manifiesto de Whipsnade, Berthold Lubetkin (1937)
Bungalow en Whipsnade
No es una ‘Casa Moderna’, un ‘Refugio’, que, según los maestros, debería ser impersonal, inconsciente e insignificante en su higiénico anonimato; algo de lo que sólo se puede decir que está hecho de hormigón armado.
No es el resultado funcional directo de una venturosa elección del lugar y de los materiales; o de los hábitos digestivos o higiénicos de sus habitantes; de hecho, no es una especie de mezcla de
+ filosofía
+ gastronomía
+ estructura
No pretende ser el último, modesto, silencioso y objetivo eslabón de alguna cadena de la tradición nórdica o inglesa.
No trata de mostrar que su planta venía determinada por alguna regla trigonométrica de las trazas de circulación de la cocina, o por algún destemplado intento de atrapar la luz del sol dentro de un rincón polvoriento, o por la longitud estándar de las vigas de hormigón armado.
No intenta probar que su diseño brotó ‘naturalmente’ de los condicionantes recibidos, como una calabaza común, una Victoria Regia o un pez abisal.
No pretende que su podio, que sin esfuerzo levanta la casa 30 cm en todo su perímetro, evitando el contacto de las paredes con la humedad del suelo, esté concebido por razones estructurales; aunque sería bastante fácil explicarlo en ese terreno, ya que es evidente que el vuelo de la losa reduce el momento positivo en el centro del vano.
No pretende que el entramado de elementos prefabricados de hormigón que soporta la cubierta, rellenos de aislante, fibra de vidrio o paneles calefactores, sea un sistema lógico o racional para construir paramentos. Ello a pesar de que los elementos horizontales del entramado reducen la altura libre de los verticales y por tanto su riesgo de pandeo, permitiendo que el espesor de los soportes disminuya. Un cerramiento realizado de esta manera no tiene por qué ser la solución más económica, lógica y racional. De hecho, otras paredes en la misma casa están construidas monolíticamente con hormigón armado de 10 cm de espesor -aislado con 4 cm de corcho, enlucidas al interior- allí donde se pretendía un efecto de solidez merecedor de un retrato familiar.
La cubierta plana no es signo de las tendencias exhibicionistas de habitantes nudistas; el baño no está iluminado cenitalmente para preservar celosamente la intimidad del usuario; los remates no están especialmente diseñados para los gatos del lugar o para sonámbulos; y el fregadero de la cocina nunca ha funcionado correctamente.
Por el contrario, el autor admite que hay, en las paredes del baño, una colección de mariposas tropicales; y que las colchas tienen pequeñas campanillas cosidas PARA ALEGRAR EL SUEÑO DE LOS OCUPANTES.
El autor admite también que no ha capitulado ante los accidentes de un terreno que se le impuso; que excavó 800 yardas cúbicas de deslumbrante yeso, lleno de fósiles megalíticos, para conseguir una plataforma llana y una casa en horizontal -allí donde cualquier checo hubiera hecho una casa escalonada con cubierta ajardinada. –texto en vertical en el margen izquierdo–.
Berthold Lubetkin, “Manifiesto de Whipsnade” en Aprendiendo de todas sus casas , ETSAV, Sant Cugat del Vallés, 1996, p. 46. Publicado por primera vez en Architectural Review 81 (1937).
Voluntad y Acción, Grupo Austral (1939)
1° La arquitectura actual se encuentra, aparte del relativo progreso técnico, en un momento crítico de su desarrollo y desprovista del espíritu de sus iniciadores.
2° El funcionalismo es la única conquista de orden general a que ha llegado la arquitectura post-académica.
3° Sin embargo el funcionalismo esclavo del adjetivo, no ha resuelto los problemas planteados por los grandes iniciadores.
4″ El arquitecto aprovechando tópicos fáciles y epidérmicos de la arquitectura moderna, ha originado «La nueva academia», refugio de mediocres dando lugar al «estilo moderno».
5° Las actuales escuelas de arquitectura -almacenes de estilos, divorciadas en absoluto de la realidad arquitectónica-, han contribuido a crear el estado de desorientación existente entre los arquitectos.
6° La complejidad actual del problema arquitectónico limita cada vez más la acción de la mayoría de los arquitectos, alelándolos al mismo tiempo de lo humano individual y de lo social colectivo.
7° La arquitectura mientras ha permanecido desligada del urbanismo, no ha podido resolver los problemas básicos de las ciudades modernas. En la Argentina estos no han sido todavía planteados.
8° El arquitecto, agobiado por la búsqueda de soluciones técnicas, y falto de un verdadero concepto artístico, se ha separado cada vez mas del contacto con las otras artes plásticas, cuya libertad e inquietud se han traducido en una serie escalonada de movimientos, a los que la arquitectura ha sido casi ajena en absoluto.
9° La libertad completa que ha permitido a la pintura llegar hasta el surrealismo, denunciando verdades establecidas y planteando problemas psicológicos, no ha sido comprendida por el arquitecto esclavo de su formación.
10° La arquitectura funcional con todos sus prejuicios estáticos e intransigencia pueril llego -por incomprensión del espíritu de la frase «machine a habiter» y por el desconocimiento consciente de la psicología individual- a soluciones intelectuales y deshumanizadas.
11° El panorama actual de la arquitectura nos muestra el establecimiento de normas y sistemas que son la antitesis del espíritu de lucha de maestros corno Lloyd Wright, Gaudi, Eiffel, Perret, Le Corbusier…
Voluntad y Acción
El análisis anterior que refleja el estado actual de la arquitectura en la Argentina y en el mundo entero, mandato producido por el falso aporte de la mayoría de los arquitectos modernos, que conformándose con los romances de los maestros, han paralizado el movimiento, nos señala el camino que como arquitectos recién ingresamos a la lucha nos corresponde.
El ejemplo que la pintura da a las demás artes plásticas, liberándose de todo prejuicio moral, social y estético, debemos aprovechar a los arquitectos de nuestra generación para revisar los “dogmas” arquitectónicos que nos han sido legados. El surrealismo nos hace llegar al fondo de la vida individual. Aprovechando su lección, dejaremos de despreciar al “protagonista» de la casa para realizar la verdadera “machine del habiter».
Este mismo conocimiento del individuo nos lleva a estudiar los problemas colectivos en función, no de una unidad repetida hasta el infinito, sino de una suma de elementos considerados hasta la comprensión, única manera de llegar a la verdadera psicología colectiva. En función de estas consideraciones Llegaremos a un nuevo y libre concepto del Standard.
La unión entre Urbanismo, Arquitectura, y Arquitectura Interior se completa definitivamente.
La imposibilidad de separar alguno de estos tres elementos hace ineficaz el trabajo individual. Esto ha dado lugar a la formación de grupos de trabajo en la mayoría de Ios países.
Los C. I. A. M. (Congres Internationaux d’Archilecture Moderne) y el C. I. R. P. A. C. (Comite International pour la Resolution des problemes de L’Architecture Contemporaine), comité ejecutivo de los anteriores, constituyen la unidad de acción de los diversos grupos nacionales, y muestran la evidente necesidad de la colaboración internacional.
Saludamos a los C. I. A. M. y al C. I. R. P. A. C., adhiriéndonos a su espíritu y a su lucha.
El estudio de la arquitectura coma expresión individual y colectiva: el conocimiento profundo del hombre con sus virtudes y sus defectos, como motor de nuestras realizaciones: la integración plástica con la pintura y la escultura: el planteo de los grandes problemas urbanísticos de la República: ESTE ES EL CAMINO TRAZADO A NUESTRA ACCIÓN.
Publicado por primera vez en la revista Nuestra arquitectura no. 125, Buenos Aires, Argentina, 1939.