Escribir
Miguel Zúñiga
28 – junio – 2023
El primer texto largo de mi vida lo escribí cuando tenía cinco años. Estaba aprendiendo a escribir y la maestra nos dejó la tarea de narrar lo que hacíamos en el día. Ella esperaba un par de párrafos o una página pero yo escribí ocho, si mal no recuerdo. Lo que sí recuerdo bien es que me gustó mucho la actividad y, por lo tanto, salieron las páginas que tuvieron que salir, puesto que me dediqué a describir con detalle lo que hacía y vivía durante el día. Hoy tengo perdido ese cuaderno y recuerdo poquísimo de lo que hacía en mis días a los cinco años pero tengo presente ese momento como uno de los que da inicio a mi memoria y como mi primera experiencia con la escritura.
Reconozco que escribir no es algo que realice con facilidad. Ya quisiera hoy tener la soltura para escribir ocho páginas en un día o tener la seguridad que algún día tuve cuando escribía ensayos para la escuela y los mandaba a revisión sin releerlos. Hoy me toma mucho tiempo y esfuerzo redactar hasta la frase más sencilla. Sin embargo, escribir tiene ventajas y placeres que valen la pena, o mejor dicho, que valen el tiempo y el esfuerzo. El placer y la alegría de leer un texto, por más breve que sea, y reconocerme en sus palabras es indescriptible, aún cuando sé que probablemente llegará el momento en que ese reconocimiento disminuya o se desvanezca por completo.
Escribir es un arma contra la levedad de mis recuerdos y la debilidad de mi memoria. Continúo en la búsqueda de mi método más eficiente para memorizar pero indudablemente la escritura es uno de ellos.
La escritura es también una de las mejores formas que tengo hasta ahora para involucrarme de lleno con aquello que me gusta o me interesa. Escribir es explicar y argumentar cosas, principalmente para uno mismo.
Escribir tiene otra gran ventaja. Cuando lo haces por gusto y no por trabajo o por responsabilidad, nadie te presiona. Cosa contraria a la expresión verbal. Es difícil participar en una conversación –mientras más grande el grupo peor la cosa– sin tener la sensación de que, más que esperar lo que estás por decir, están esperando el momento en que termines de hablar, si es que no te han interrumpido desde antes o han terminado tus propias frases. En la escritura esto no sucede. Tiene la increíble cualidad de ser una actividad individual, de reflexión y de recogimiento. Por eso, creo que la palabra escrita es para algunos la forma más sincera y clara de expresarse.
Mucho tiempo dejé de escribir, mucho tiempo olvidé cuánto me gusta. Perdí la práctica y perdí la costumbre, o tal vez nunca la tuve. Ahora, de una forma u otra me he reconciliado con la escritura y ya sea como un medio para la expresión, la memoria, la reflexión, la fantasía o para el conocimiento, espero no volver a abandonarla.